jueves, 25 de febrero de 2010

Actos de contrición



Después de ver en televisión al golfista Tiger Woods pedir excusas por sus múltiples infidelidades maritales y a Akio Toyoda, presidente de la compañía Toyota, hacer lo propio ante el Congreso de Estados Unidos por los defectos de sus autos, un amigo me comentaba que las posibilidades de que en Puerto Rico se dieran conductas similares son prácticamente nulas.

En el primer caso porque, en nuestra cultura machista latinoamericana, un hombre que tenga múltiples amantes podría ser considerado casi un héroe por gran parte de la población. Aunque esta evaluación es debatible, lo cierto es que no recuerdo a ninguna figura pública de nuestro ámbito que se haya parado frente a las cámaras de televisión, con los ojos llorosos y un taco en la garganta, para proclamar su vergüenza, tristeza y arrepentimiento por haber engañado a su mujer y haber defraudado al público.

En el ámbito corporativo, tampoco abundan los ejemplos de ejecutivos como Akio Toyoda que pidan perdón a sus clientes por defectos en la calidad de sus productos o servicios. Hay opiniones diversas sobre el desempeño de Toyoda en las audiencias del Congreso de Estados Unidos, pero lo cierto es que el más alto ejecutivo de la empresa tuvo la valentía de dar la cara y asumir su responsabilidad ante un cuerpo inquisidor y, en muchas ocasiones, hostil.

Un postulado básico de las relaciones públicas es que, cuando se comete un error, hay que enfrentar la situación y hablar al público con la verdad. En muchas ocasiones, esa admisión deber ir de la mano con una petición de perdón a los públicos afectados. En nuestra cultura, aparenta haber una resistencia de las figuras públicas a disculparse. Desafortunadamente, los únicos que piden perdón son los políticos acusados de corrupción, y sólo cuando un Tribunal los halla culpables y tienen a los alguaciles encima para llevarlos a prisión.